Perfeccionismo: enemigo acérrimo de la productividad.

Si ponemos atención en entrevistas realizadas a personajes icónicos de la ‘cultura del éxito’ de por aquellos años 80’s y 90´s, encontraremos en casi todos ellos una espesa coincidencia: se jactaban de ser perfeccionistas.

Por alguna muy retorcida interpretación de los valores del trabajo y del esfuerzo, ser perfeccionista desde entonces (o quizá desde décadas antes, aunque calando hasta nuestros días) resultaba una virtud y una actitud indispensable para lograr realizar algo de demostrable trascendencia.

Dicha forma de hacer y pensar permeó a los campos deportivos y a las universidades, para luego a las preparatorias y secundarias. Hoy en día -y tristemente- la podemos olfatear en aulas de educación básica e incluso en las de preescolar.

Quizá el denotado Perfeccionismo no sea otra cosa que la cero tolerancia a la humana frustración.

Quizá el denotado Perfeccionismo no sea otra cosa que la cero tolerancia a la humana frustración.

Pero bueno, pongámonos de acuerdo en terminologías. Perfeccionista es aquella persona obsesionada con que todo -sin excepción, todo- lo que emprenda habrá de hacerse con exactitud inmaculada, cueste lo que cueste y tarde lo que tarde. Léase como ejemplo el acto de fabricar un objeto, de dibujar o pintar un retrato, de escribir un memorándum o un email, o de preparar un té de manzanilla con el ahínco y el rigor necesarios para evitar cometer cualquier tipo de falla.

El asunto más aterrador a este respecto es que socialmente, por las referencias arriba descritas, ser, declararse ser, o ser etiquetado por terceros como perfeccionista es un halago. Dicha creencia ha influido amargamente en las relaciones mercantiles y laborales de las personas y las compañías en los últimos tiempos, y, muy contrario a lo que se piensa dentro del espectro empresarial conservador, contraproducente para la genuina productividad. Esta osada aseveración es explicable, aunque pudiera ser con más, por dos simples fundamentos:

  1. El perfeccionista es incapaz de observar contextos, ya sean de temporalidad, económico-financieros, histórico-sociales o incluso afectivos. Ello le impide hacer juicios de valor promediadamente acertados sobre prioridades específicas a la hora de tomar alguna decisión, por pequeña que ésta sea a la hora de realizar una tarea.

    La imagen que más me ha impactado al respecto, como metáfora gráfica del fenómeno del “perfeccionista incomprendido”, es la de un pintor de señales de carretera semi acostado en el asfalto de un camino cualquiera, detallando apasionadamente con pincel ultra delgado una de las miles de líneas de tránsito que habrá de dibujar a lo largo de tantos y tantos kilómetros.

  2. Toda industria, por ingenieril que sea en sus procesos, tiene conocimiento de que la mejora es continua e infinita. Así que es inhumano exigir en sus obreros, empleados y directivos una actitud perfeccionista. Ello solamente llevaría a todos al colapso individual y colectivo. En el caso de los emprendimientos creativos y de los mercados de prestación de servicios, el tema es aún más sensible porque sus procesos son imposibles de estandarizar al punto de la perfección. Hay tantas variables en el aire, que lo mejor es flexibilizarse ante cada ambiente según sea el caso.

Adaptabilidad y colaboración: ingredientes clave para mejorar continuamente cualquier proceso.

Adaptabilidad y colaboración: ingredientes clave para mejorar continuamente cualquier proceso.

No con todo lo anterior hemos de hacer apología del desastre. En realidad, toda iniciativa humana lleva en el gen una actitud de perfeccionamiento, mas no de perfeccionismo. La excelencia es una búsqueda constante, y es alcanzable -y por ello disfrutable- al final de la semana, siempre y cuando se tenga en perspectiva que, después de un merecido descanso, otra semana estará por comenzar como siempre, desde el lunes y desde cero.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX









Oficina tradicional de arquitectura vs. STVX

Somos una oficina que genera productos creativos diferenciados. Esto quizá no sea muy común escucharlo en campos distintos al de la industria de las ideas, así que creemos que la mejor manera de explicarte en dónde radica el significado, es por medio de la comparativa entre una

OFICINA TRADICIONAL DE ARQUITECTURA

vs.

STVX

Para ello, a continuación desglosaremos en seis puntos los contrastes fundamentales de éstas:

1.- SERVICIOS QUE SE OFRECEN

  • Una oficina tradicional de arquitectura (OTA) tiene como servicio principal la construcción, mientras al proyecto lo consideran como actividad complementaria.

La construcción es la actividad primordial para una OTA.

La construcción es la actividad primordial para una OTA.

  • STVX, por el contrario, toma como servicio primordial la generación de proyectos, teniendo a la actividad constructiva como un descentralizado evento.

(DEFINICIONES)

PROYECTO: Proceso creativo de diseño que forma parte de la etapa de planeación de cualquier emprendimiento relativo a la construcción.

CONSTRUCCIÓN: Servicio profesional que consiste en materializar un proyecto previamente elaborado y plasmado en papel, a través de mano de obra calificada, maquinaria y equipo.

2.- TIPOS DE PROYECTOS QUE DESARROLLAN

  • Una oficina tradicional acapara proyectos de cualquier índole y los elabora a costo simbólico o incluso gratuito, como estrategia para asegurar la construcción de los mismos, ya que es en ese rubro donde capta mayormente sus ingresos.

Las OTA’s reciclan ideas, o bien, acuden a freelancers para subcontratarlas a precios castigados.

Las OTA’s reciclan ideas, o bien, acuden a freelancers para subcontratarlas a precios castigados.

  • En STVX acaparamos proyectos estratégicos con el fin de llevarlos a cabo a conciencia. Posteriormente nos asociamos con especializados constructores para supervisar escrupulosamente la adecuada ejecución.

3.- PRIORIDADES DE INVERSIÓN

  • Las OTA’s no invierten en recursos humanos ni tecnológicos especializados en diseño. Prefieren abatir costos reciclando ideas o subcontratando freelancers a precios castigados. Prefieren, en dado caso, invertir preferencialmente en maquinaria y equipo de construcción, para lograr acaparar la mayoría de los subcontratos de las obras que ejecuta. Esto le garantiza mayor absorción de utilidad.

  • Nosotros reclutamos sobresalientes arquitectos(as) y diseñadores(as), si es posible desde su etapa universitaria, para garantizarnos un vasto capital intelectual y creativo. Además invertimos en software especializado en diseño y en hardware que lo soporte. También en cursos y capacitaciones sobre tecnologías de información y tendencias de diseño.


Nosotros formamos parte de la Industria de Las Ideas.

Nosotros formamos parte de la Industria de Las Ideas.

4.- COMPROMISO CON EL CLIENTE

  • La OTA apuesta, como compromiso máximo, a lograr obras de sobresaliente calidad constructiva, diseño básicamente pertinente (al menos en temas funcionales y de satisfacción individual) y cumplimiento cabal en tiempo y costo.

Calidad constructiva: la máxima premisa a lograr por una OTA.

Calidad constructiva: la máxima premisa a lograr por una OTA.

  • Nosotros apostamos, como compromiso máximo, a lograr diseños vanguardistas que resuelvan eficazmente la inteligencia funcional, energética y climática de la infraestructura en cuestión.

Nuestra expertise es respaldada bajo la garantía de que todos los recursos que un cliente invierta en nuestros servicios habrán de retornar a manera de ahorro durante el proceso de obra y a través de la vida útil del edificio.

5.- ESPECIALIDAD

  • El esquema de las OTA’s es idealmente recomendado para proyectos y obras particulares y al entero gusto del cliente, que a su vez no requieran sofisticados compromisos de imagen por temas de marketing ni respuestas normativas o financieras que soliciten alta especialización.

  • Nuestro esquema es idealmente recomendado para proyectos y obras que formen parte de un negocio cuyo requerimiento fundamental sea la imagen, o bien, una alta especialización proyectual. También para todos aquellos que necesiten acompañamiento fianciero y de planeación ejecutiva.

6.- PRODUCTO ENTREGABLE

  • El producto entregable de las OTA’s se limita a contados planos técnicos y un par de renders en la etapa de proyecto, solventando con ello una obra construida en la etapa complementaria.

  • Nuestro entregable es un Book donde se evidencia el sofisticado proceso creativo, que contiene a su vez el material gráfico e incluso audiovisual pertinente para las correspondientes campañas de socialización y marketing, además de planos arquitectónicos y ejecutivos, con estudios de factibilidad técnica, financiera y normativa.

Concurso EUROPAN versión 2019 / Rehabilitación barrial en Villach, Austria / Alcalá Architects + María Eizayaga + STVX

Concurso EUROPAN versión 2019 / Rehabilitación barrial en Villach, Austria / Alcalá Architects + María Eizayaga + STVX

¿Después de todo el desarrollo anterior, te quedan dudas? No te preocupes, estamos listos para aclararlas.


Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX




























Inventarse como arquitecto(a).

En las primeras sesiones del semestre, me gusta comentarle a mis nuevos alumnos universitarios sobre la maravilla de estudiar arquitectura.

Antonio Gaudí: uno de los más particulares arquitectos de los últimos siglos.

Antonio Gaudí: uno de los más particulares arquitectos de los últimos siglos.

“Si no sabes aún qué hacer de tu vida, y eres creativo(a) en cualquier campo del conocimiento y del quehacer práctico, no dudes en meterte a estudiar arquitectura. La vida misma te irá canalizando a tu camino”,

esa es mi creencia.

Nada más lejos de la realidad es el pensar que ser arquitecto se limita a diseñar y/o construir estructuras habitables. Conozco arquitectos(as) que abandonaron ese estereotipo y se convirtieron en pintores, escritores, chefs, fotógrafos, diseñadores de moda, cineastas, teóricos, historiadores, comerciantes, empresarios, funcionarios públicos, locutores de radio, horticultores, paisajistas, especialistas en project manager, o bien un largo etcétera.

Estudiar arquitectura es un umbral que nos puede llevar a lo desconocido, por dos cosas fundamentales:

1.- Porque un buen programa educativo en arquitectura nos pasea por un sinfín de caminos del conocimiento desde la perspectiva del arte, de la ciencia exacta, de la social, de la natural; y en general de la cultura.


Conozco arquitectos que están iniciando con éxito negocios de producción de plantas y flores.

Conozco arquitectos que están iniciando con éxito negocios de producción de plantas y flores.

Ello nos abre el apetito para saber más y más de alguno de estos campos, porque con tal menú de opciones abiertas, es imposible no irse decantando por una o varias.

2.- Porque la enseñanza de la arquitectura promueve desde sus comienzos un esquema de pensamiento altamente estructurado. Es decir, en las universidades vamos entendiendo que, tanto la disciplina del diseño como el de la construcción son procesos que deben llevarse de manera organizada y rigurosa.

Eso nos educa la mente a pensar desde lo abstracto hacia lo concreto, y de lo general rumbo a lo particular. Nos permite construir conceptos que son per se intangibles, para luego delinear estrategias de materialización.



Pensar como arquitecto(a) es una ventaja que nos abre la posibilidad de desarrollarnos en cualquier ámbito creativo.

Pensar como arquitecto(a) es una ventaja que nos abre la posibilidad de desarrollarnos en cualquier ámbito creativo.

Por lo anterior, ser arquitecto(a) es inventarse a sí mism(a). Se pueden ir mezclando dos o varias posibilidades de todas las anteriormente descritas, y más aún de las que no se comentaron. Es por esto que, si usted busca nuestra profesión en Google, encontrará personajes antiguos o bien contemporáneos, vestidos e inventados de maneras tan particulares como diversas, portando orgullosamente el título de quien estudió arquitectura.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

La luz en el quehacer arquitectónico, y la pandemia.

Por: FOBOS Lighting Studio.

El confinamiento que atravesamos nos ha obligado a modificar nuestros hábitos. En un día común, las personas se regían por un horario laboral o escolar, por lo que  muchas de ellas habitaban sus hogares sólo para dormir y descansar después de sus jornadas. Sin embargo, las circunstancias actuales nos han orillado a adecuar nuestras áreas de descanso en lugares de trabajo y/o estudio, y, por consiguiente, a reflexionar acerca de los espacios en los que vivimos.

Un arquitecto es un observador atento a los problemas y discusiones que se generan a partir de ellos, por lo que las circunstancias que acabamos de describir no nos son ajenas.

La arquitectura debe desarrollarse en ámbitos ambivalentes: por un lado, debe ser una expresión del arte, conmover a los usuarios, integrarse al paisaje que lo contiene y ser habitable; por otro lado, debe ser técnica, construible, práctica y rentable (a veces éste elemento parece el más importante de la ecuación). Es una tarea titánica para los arquitectos ya que las tecnologías de cada especialidad no se encuentran inertes, se van desarrollando en el ámbito técnico para cubrir las necesidades que se requieren. Muchas de estas especialidades se desarrollan en el campo del diseño, en esta ocasión nos referiremos a la iluminación.

"Yo empleo, ya se habrán dado ustedes cuenta, abundantemente la luz; la luz es para mí base fundamental de la arquitectura. Yo compongo la luz"

Le Corbusier, 1960.

FOBOS Lighting Studio / Proceso creativo de diseño de iluminación.

FOBOS Lighting Studio / Proceso creativo de diseño de iluminación.

Empecemos por lo básico. El sol es la fuente natural que nos provee de luz a todos los seres vivos y no solamente sirve para hacer visible todo lo existente, también rige los ciclos vitales de los organismos, mejor conocido como los ciclos circadianos. En los seres humanos estos ciclos rigen nuestro ritmo de sueño, pero más allá de eso permiten la regeneración de nuestras células, crear melatonina (hormona que ayuda como antioxidante), descansar nuestro cuerpo, entre muchos otros beneficios. Es uno de los temas más importantes que como arquitectos y diseñadores de iluminación debemos tener presente.

El diseño de iluminación es una especialidad que abarca muchas áreas de la arquitectura, del diseño industrial, del interiorismo, entre otros. El objetivo principal de esta especialidad es entender y aplicar la fenomenología que la luz tiene en la cotidianeidad de los seres humanos para su uso práctico en los espacios, un reto complejo teniendo en cuenta la amplitud del tema; por lo cual nos enfocaremos en dos puntos: el diseño de iluminación natural y el diseño de iluminación artificial.

Como lo mencionamos, el diseño de iluminación natural nos permite continuar con nuestros ciclos, tener buena salud física y mental, así como una adecuada orientación dependiendo del programa arquitectónico que se requiera. No obstante, vivimos en un país donde la autoconstrucción y la voracidad de algunas constructoras inmobiliarias requieren que los espacios sean utilizados a su máxima capacidad, provocando que muchos de ellos sean sumamente reducidos y que sirvan al usuario final sólo para dormir. Si la mayoría no cuentan con una apropiada ventilación, ya no mencionemos la iluminación natural. Desafortunadamente hemos notado que las construcciones en serie compensan esta falta de iluminación natural por una solución genérica de iluminación artificial.

Desde hace algunos años se ha investigado y aplicado un método de diseño de iluminación donde los esfuerzos se centran en brindar una calidad saludable al diseño, esta se conoce como Human Centric Lighting (HCL), donde el usuario es la base de los esfuerzos del diseñador (por si alguna vez se nos olvidó), protegiendo sus ciclos de sueño. Pero también va más allá haciendo y cuidando el deslumbramiento, el color de la luz (simulando al sol que a lo largo del día va cambiando de color para regular la intensidad y adaptarlo a la noche), introduciendo tecnologías de control para regular estos factores y, a su vez, economizar energía eléctrica, entre otras variantes. Como se nota, es un tema que se puede profundizar, sin embargo hemos decidido presentarlo para entender que la luz como herramienta creadora es una especialidad que no consiste en poner “lámparas” en los espacios, conlleva una ingeniería de diseño.

Proyecto, obra y fotografía de FOBOS Lighting Studio / Oficinas Rappi-CDMX

Proyecto, obra y fotografía de FOBOS Lighting Studio / Oficinas Rappi-CDMX

Por otra parte, cuando el presupuesto no es suficiente para abarcar todas las tecnologías convenientes al proyecto, debemos eficientar los recursos con los que se cuentan, de ahí que el diseño sea la herramienta más importante no solo para el arquitecto, sino también para todas las especialidades.

En la pandemia, nos enfrentamos al desafío de que los espacios habitables no tienen las condiciones necesarias para  realizar muchas de las actividades que el confinamiento nos impone. Así como en la autoconstrucción, muchas personas se han dedicado a la adecuación de estos espacios adicionando equipos a la iluminación escasa que ya sufrían colocando luminarios con bajo rendimiento de color, deslumbramiento excesivo, alto consumo de energía, poco estéticos y con escasa seguridad en su instalación (muchas veces improvisada).

En definitiva, la luz natural es un derecho que debemos cuidar y diseñar desde la concepción de los espacios. Además, la luz artificial ahora está al alcance de la mayoría, pero muchas veces el negocio de la venta de "focos" hace que su calidad sea muy inferior a la necesidad que requiere el usuario. Es preciso que consideremos como un hecho que la buena iluminación es igual a una buena salud y crear una cultura en donde cuidemos nuestros ojos, nuestro cuerpo y nuestra mente, haciendo del diseño de iluminación un gran paso.

FOBOS Lighting Studio.

Fundado en el año 2019 por nuestro equipo de lighting designers, Fobos tiene la misión de crear proyectos que contribuyan con nuevas perspectivas de investigación y desarrollo creativo en torno a la iluminación arquitectónica; así mismo, propone para cada uno de los espacios que reavivamos en nuestra práctica, diseños enfocados en el adecuado manejo funcional, plástico y estético de la luz.

 Contamos con un portafolio que reúne la experiencia previa de nuestros diseñadores y su participación individual y colectiva, en proyectos de iluminación residencial; corporativa; comercial; paisajística y de recintos culturales.

 En Fobos creamos un soporte comercial y técnico que nos permite cubrir los requerimientos para atender las necesidades de nuestros clientes, y traducirlas en procesos de especificación y suministro. Dichas consideraciones, contribuyen a reducir los imprevistos en obra y anticipan los detalles de instalación y ejecución. De manera que, contamos con la posibilidad de brindar apoyo con instalación eléctrica y de equipos, para abatir costos innecesarios.

 Creemos en la continua necesidad de ampliar nuestro conocimiento en torno a las posibilidades materiales e inmateriales que ofrece la luz, por lo que siempre buscamos mantenernos a la vanguardia de los beneficios que, como lighting designers, tenemos que ofrecer a nuestros clientes y a todos los usuarios de los espacios en los que intervenimos. Asumimos el compromiso de contribuir con nuestro trabajo, a la creciente cultura en iluminación; en congruencia, contemplamos explorar la luz en sus distintas connotaciones, tanto en su condición natural, así como en su faceta estética, artística y atmosférica; características que actúan como un lenguaje capaz de interpretar el espacio, producir narrativas, dar estímulos perceptivos y experiencias sensoriales.

Contacto:

www.fls.com.mx

Facebook / Instagram: @fobos.lighting

Del capitán que aprendió a confiar en su tripulación.

Propietario a fuerza de muchas batallas comerciales y de a puños de un generoso bergantín, el capitán de mi historia solía pegar cartelitos de “se solicitan marineros para expedición comercial al África” en la puertas de las tabernas de un puerto de Oporto, en Portugal.

Cada primavera, el tráfico legal e ilegal de mercancías de inimaginables variedades convertía los puertos marítimos del mundo conocido en circos animados colmados de prisa, tumultos, negociaciones acaloradas y transacciones economías precipitadas y en desborde.

Era el mejor tiempo para que una embarcación se rentase a trasladar productos, bajo la premisa de engordar los bolsillos de los navegantes libres.

Nuestro capitán entrevistaba una o dos semanas antes de aventurarse a la mar a una treintena de aspirantes que, con todo y sus resacas a cuestas, acudían al llamado del empleo provisional prometido en las papeletas adheridas en los postes de los malecones o en las barras de las cantinas, pero siempre -siempre- a la altura de sus ojos.

De todos estos hombres en buena edad de desempeñar las extenuantes tareas de una nave en altamar, quedarían seleccionados diez o quince que garantizaran, al menos a primera vista, un aceptable estado de salud, fuerza y destreza en sus enteras y multi tatuadas cuatro extremidades.

Pero al paso de los años la frustración le iba robando el sueño y la paz al protagonista, al mirar cómo su tripulación -escogida con el mejor de los cuidados, según la metodología arriba expuesta- no sólo no le respondía con el vigor suficiente (al grado de tener que ser él mismo quien terminara por arremangarse la camisa para trasladar las mercancías de un lado a otro de la cubierta), sino que además de todo ello se acrecentara año con año la suma de mermas del negocio de transporte, a razón del robo hormiga que sistemáticamente se implementaba por parte de las bandillas de fulanos que se agrupaban y asociaban -por humana naturaleza- en los viajes de tantas semanas, en ese aislamiento que sólo el mar promueve cuando se interna uno en él.

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Después de dos décadas de probar dicho sistema de reclutamiento, teniendo siempre el mismo nefasto resultado, el capitán optó por no dejar las cartulinas adheridas afuera de las cantinas, sino -más bien- penetrar personalmente en ellas.

Comenzó a hacer sus entrevistas con trago en mano, implementando observaciones cautelosas que duraban todas las noches de semanas enteras. Fue conociendo una a una las mesas de los parroquianos más asiduos, y escuchando las aventuras de todos los marineros que a ellas acudían. Se fue amigando de los líderes más lírica y célebremente connotados, y apostó hasta perder -alevosamente- ahorros que destinó para comprender (cual proyecto de ciencias) el comportamiento de los hombres cuando están en juego simultáneo las reacciones que irremediablemente dejan la victoria y la derrota cuando se les encara en una sola mano de baraja.

Tal método le ocupó cuatro meses previos a la partida de su primer cargamento de mercancías. A pesar de haber mermando su salud significadamente, a fuerza de excederse en cantidades de licor y muy pocas horas de sueño según sus estándares normales, aprendió a detectar en el estado más puro los valores esenciales que buscaba en sus acompañantes de aventura.

La lealtad, el esfuerzo, el compromiso y la compasión emanaban espontáneamente ante la inminente confianza nacida entre parrandas, con sólo mirarles a los ojos y brindar.

También aprendió que nadie es perfecto, y que mejor sería en adelante calcular la merma previamente para repartirla equitativa entre todos estos hoscos tripulantes de la nave, para así provocar en silencio que ellos mismos se cuidaran las espaldas de algún vival interno que quisiera llevarse más de lo acordado.

Y fue así que el capitán se dedicó a partir de entonces a conducir a buen puerto y tranquilamente su navío.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

Profesionalización (o de cómo deshacerse de un cliente incómodo).

Hace un rato me llamó un cliente que no lo hacía desde hace como ocho años. Le doy la etiqueta de cliente, porque en su momento solicitó de mis conocimientos y mi tiempo para que le resolviera en su casa en construcción una o dos (o tres, o cuatro o cien) dudas “técnicas”, a cambio del pago de -tal vez- trescientos pesos por una hora (o dos o tres) de asesoría. La operación se repitió en quizá una decena de ocasiones.

El negocio dejó de ser negocio cuando el tipo comenzaba a saturarme vía whatsapp con fotos (muchas) de opciones para su puerta principal, el tono del color del piso cerámico, o bien, infinidad temas de acabados donde, a razón de una obsesiva y muy indecisa personalidad, requería que alguien “más capacitado” le ayudara a dar siguientes pasos.

Como era de esperarse, opté por enfriar diplomáticamente la comunicación, hasta que mi cliente dejó de insistir. Sú método le resultaba a todas luces lucrativo, ya que -disfrazando de camaradería una charla por mensajes- se podía ahorrar los trescientos pesos que costaba mi visita.

Me alegré de terminar con tal relación comercial. Porque aunque las cosas se hubieran dado conforme a lo planeado (o sea, más allá de cualquier actitud ventajosa de su parte), haber intercambiado mis visitas por su dinero no me resultaba en nada gratificante porque se me utilizaba simplemente para resolver asuntos de mera -y frívola- apreciación, a causa de la enfermiza personalidad indecisa del susodicho. Por ponerle a usted un ejemplo, podíamos pasar dos horas en su azotea, a rayo de sol, para que él decidiera a base de largas conversaciones e intercambios de fundamentos dónde colocar una maceta cargada de hierbabuena.


Ahora que recibí su llamada -y posterior a que él forzara una charla rompehielos, haciéndome saber que ya no saludo a los mortales en el café de siempre, desde que salgo en las revistas empresariales de la localidad- le escucho decir (como quien llama para promover un negocio muy jugoso) que tiene un terreno en una zona suburbana, y que no sabe si poner ahí unos locales comerciales o bien, un vivero para venta de especies vegetales mientras los temas de drenaje y pavimentación se regularizan en las inmediaciones.

Su explicación fue como siempre tan larga, confusa y llena de detalles irrelevantes, que -por todo lo anterior-, intuí que estaba en búsqueda de sacarme información u opiniones a partir de una posterior visita al sitio a razón de trescientos pesos por mi tiempo.

Le dije que ya no opero así. Que desde que tengo una empresa de diseño, y unos socios a los cuales responder financieramente y con eficacia, para tales casos suelo recomendar un servicio profesional que está en nuestro menú. Se trata de un estudio de factibilidades normativas, técnicas y financieras.

Le invité a solicitarme una cotización al respecto, y a que, en el caso de que esté conforme con los costos y los alcances, diéramos paso a elaborar un documento técnico que le ayudase a tomar sus decisiones de manera responsable.

El hombre me dijo que lo pensaría, pero nunca volvió a llamar.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX



La (nueva) inoperancia del automóvil en la ciudad

Estoy seguro de que usted entenderá claramente la siguiente analogía:

Los huevos de gallina, deliciosos y nutritivos comestibles descubiertos por el ser humano desde hace sabrá Dios cuántos siglos antes para su alimentación, son objetos frágiles. Tanto así que se pueden romper a una mano para así extraerles el viscoso contenido, y entonces cocinarles.

¿Qué sería de aquel idiota, en opinión de uno o varios observadores, si se le descubriera usando un martillo para aniquilar su envolvente?

Intuye usted bien, aquello sería aberrante. Las herramientas han sido creadas e inventadas para ser utilizadas solamente en los casos pertinentes. Fuera de ahí, su uso en contextos impropios sólo puede calificarse como necedad.

Eso justamente ha sucedido con el automóvil particular, a lo largo de sus cien años de historia como herramienta de traslado. Dicho dispositivo es una herramienta para transportar personas y cosas a velocidades no alcanzables a pie o a caballo, y a distancias considerablemente grandes. Como sucede con el ejemplo arriba descrito, donde usar un martillo para romper una superficie sobradamente frágil se adivina insensato, utilizar el automóvil para traslados que se pueden hacer caminando o en bicicleta resulta francamente incomprensible.

La industria automotriz ha marcado la agenda de las ciudades desde hace prácticamente un siglo.

La industria automotriz ha marcado la agenda de las ciudades desde hace prácticamente un siglo.

Sin embargo la industria automotriz se ha apalancado de la publicidad más creativa y sofisticada para hacernos creer que el coche es un artículo de primera necesidad para nuestro status. Este concepto, obra maestra de los genios del marketing, ha pesado tanto en el consciente colectivo urbano desde varias generaciones atrás, que las ciudades han tenido que mutar sus sabias morfologías antiguas para darle cabida y poder al coche.

Así, los citadinos nos subimos a esa lata con neumáticos apenas para ir unas cuantas cuadras adelante por artículos menores a alguna farmacia o un supermercado. Tan estúpido como pensar que los muebles de cocina hubieran tenido que evolucionar en función de albergar enormes martillos para cuando llegue la hora de romper los huevos del desayuno.

¿Cómo podríamos salirnos de la hipnosis a la que hemos sido impuestos? El automóvil es un dispositivo, una herramienta más, como lo es un martillo, una carretilla o un zapato. No hay conexión alguna entre ese objeto y nuestra valía como individuos, mucho menos con nuestro ego o amor propio.

Hoy en día, el uso de la bicicleta es símbolo de resiliencia urbana.

Hoy en día, el uso de la bicicleta es símbolo de resiliencia urbana.

¿Cuánto daño más hará en las ciudades, y en el medio ambiente en general esta estúpida creencia? La ciudad es una superficie viva y creada desde hace siglos (muchos siglos) para ser caminada. Las desmedidas proporciones territoriales y las distancias que hoy acusan las urbes son el resultado de cederle el poder de las decisiones a la industria automotríz.

¿No cree usted que valdría la pena siquiera reflexionar sobre ello?

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX




¿Por qué los dormitorios -casi- siempre tienen 4 paredes?

Como seres humanos, nos sentimos cómodos y seguros repitiendo patrones y paradigmas. La arquitectura -a lo largo de su extensa historia- es un claro y muy conservador ejemplo de ello.

Las dimensiones y proporciones de los espacios en las construcciones antiguas respondían a las limitantes que los materiales brindaban en cuanto a soluciones estructurales.

Las dimensiones y proporciones de los espacios en las construcciones antiguas respondían a las limitantes que los materiales brindaban en cuanto a soluciones estructurales.

Por dar un ejemplo de esto, durante todos los siglos anteriores al XX las habitaciones de toda estructura arquitectónica no podían exceder una luz (un claro, una medida lineal entre pared y pared en paralelo) de entre tres o cuatro metros. Ésto se debía a que los sistemas constructivos para resolver una cubierta plana (los techos a dos aguas o inclinados eran otro asunto) se limitaban regularmente a una viguería de madera, soportando lajas del mismo material o bien, de piedra, palma o barro.

Dichas piezas lineales y esbeltas de madera rara vez se conseguían en dimensiones mayores a cuatro metros, y de lograrlo, presentaban notables deformaciones en su linealidad. Es por esto que las distancias paralelas entre los muros no podían exceder tales estándares.

Toda la arquitectura era regida por las fronteras de la ingeniería.

Toda la arquitectura era regida por las fronteras de la ingeniería.

A finales del XIX e inicios del XX se comienzan a utilizar el acero y el concreto (una mezcla calculada entre cemento, piedra pequeña y arena, todo ello batido con agua) como materiales constructivos de vanguardia.

Su mayor aportación radicaba justamente en romper el paradigma de los 3 a 4 metros máxima en los claros de las habitaciones, y a requerir muchas menos superficies de apoyo para los techos de las nuevas construcciones.

Los nuevos materiales de la era industrial permitieron a la arquitectura evolucionar la configuración del espacio habitable.

Los nuevos materiales de la era industrial permitieron a la arquitectura evolucionar la configuración del espacio habitable.

Sin embargo, a pesar de que la ingeniería haya hecho su trabajo evolutivo, los arquitectos no hemos logrado del todo desarraigar en los usuarios la creencia de que los espacios domésticos han de ser conformados por cuatro paredes, una ventanita y una puerta.

El asunto es cultural, porque las limitantes técnicas, como ya se explicó letras arriba, están solventadas. Las personas nos sentimos psicológicamente mejor protegidas al estar en espacios sobradamente confinados, y ello se debe a que desde hace siglos así hemos conceptualizado y racionalizado la intimidad.

Sin embargo, el presente nos solicita evolucionar tal idea. La tecnología inmersa en el acto de habitar, aunado a la cada vez más acunada tendencia del trabajo en casa y los mono-espacios multi-tarea nos obligan a reinventar el interiorismo de nuestros hogares y su configuración espacial.

Abramos pues la mente a las nuevas posibilidades.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

Y ¿qué es productividad? (en el XXI) / Tercera parte

La neurosis colectiva provocada principalmente por una insatisfacción existencial profunda (a todas luces ¿quién se puede sentir satisfecho e integrado a una comunidad si su única programación lo etiqueta como consumidor de primera, segunda o tercera clase?) nos debe llevar a poner atención en los sistemas de creencia redactados en un pasado que ya ni siquiera tiene vigencia.

La neurosis colectiva, la insatisfacción como constante plural.

La neurosis colectiva, la insatisfacción como constante plural.


                La tecnología nos enseña con premura que ya no es necesario organizar las ciudades en torno a los centros de trabajo, porque cada vez es más natural y conveniente colaborar remotamente, desde casa o de algún lugar que facilite la conectividad. Las jornadas laborales se disuelven en cantidad y rigidez a razón de que ya no es la máquina la que dicta los horarios de trabajo. La fábrica de antaño tenía como corazón operativo el equipamiento mecánico, pero hoy en día son los robots y las computadoras los que vigilan y gobiernan al sistema cardiovascular de la fábrica.

Para aquellos que se han preparado, el concepto de “trabajo” va evolucionando a velocidades impensables, dejando de lado los esquemas rígidos.

Para aquellos que se han preparado, el concepto de “trabajo” va evolucionando a velocidades impensables, dejando de lado los esquemas rígidos.


                Los seres humanos estamos ahora encaminados a producir ideas, ello conlleva a tener como herramienta principal el cerebro y ya no las manos. El cerebro, que es por cierto el órgano humano con mayor nivel de evolución en los últimos tiempos, requiere maneras más fluidas, orgánicas y mucho menos mecanizadas para trabajar adecuadamente, y se sabe que exige un entorno físico y emocional –digamos medioambiental- mucho más propicio que lo que brindaban los centros de trabajo de hace apenas unas décadas.

Ser productivo hoy en día es inicialmente saber fluir con el medio ambiente que nos rodea.

Ser productivo hoy en día es inicialmente saber fluir con el medio ambiente que nos rodea.

                Por otro lado, hoy producir conlleva a su vez una holística conciencia y un nítido y riguroso conocimiento de sus consecuencias, para así calcular el financiamiento que el planeta brinda generosamente a los seres vivos que pretendemos con su patrimonio hacer más cómoda nuestra estancia, para que la paga de vuelta sea, si bien paulatina, justamente equitativa además de que garantice el digno paso por aquí de aquellos que todavía no llegan.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

Y ¿qué es productividad (en el XXI)? / segunda parte

Nos hemos convertido en autómatas de la producción,

creyendo que producir es solamente ‘fabricar’.

Producir = fabricar

Producir = fabricar

Esta miopía es parte de la misma actitud inmadura, que nos encierra en la obsesión por producir a diestra y siniestra sin reparar en los contextos y escenarios inmediatos y mediatos, personales y colectivos. Nos hemos convertido en autómatas de la producción, creyendo que producir es solamente fabricar.

                Lo más catastrófico del asunto, en dado caso, es que el atender frenéticamente a esta única manera de ser y vivir no nos ha llevado a la felicidad –concepto también retocado, por no decir manipulado, con el fin de inducirnos y condicionarnos a producir más-, sino más bien, nos ha alejado de ella.

                Hoy en día, nosotros mismos –hablo de los humanos, y los seres vivos en general- somos un producto más con obsolescencia programada. Desde antes de nacer tenemos ya una apretada y rígida agenda que cubrir. Un primer tercio del tiempo de vida es para ser capacitados en producción, el siguiente tercio es para producir sin reparo y la última parte, en el mejor de los casos, es para disfrutar de la riqueza acumulada.

                Dicha administración del tiempo-vida no suena mal, si la programación mental de todos fuera nítida, homogénea y con las mismas oportunidades en la generalidad, tal y como lo planteaban y visualizaban los optimistas expertos en el rubro, a principios del siglo pasado.

Un primer tercio de nuestro tiempo-vida es para ser capacitados en producción.

Un primer tercio de nuestro tiempo-vida es para ser capacitados en producción.


                Las lagunas en el ideal de estandarización del todo comenzaron a fallar cuando la generación de las estrategias pasó a manos de los grandes capitales. De aquellos que entendieron pronto que la ecuación no había cambiado tanto, después de todo, con respecto a la fatídica etapa esclavista de la historia de la humanidad. Manipular a los soldados de la producción –como otrora a los de la guerra- abría las puertas a grandes acumulaciones de riqueza para unos cuantos, siempre y cuando se les mantuviera medianamente motivados, precariamente informados, y adecuadamente capacitados (que no educados) a todos los que conforman la gruesa base trabajadora.

“Consumo, luego existo”

“Consumo, luego existo”

                Esta manipulación, después de décadas de perfeccionamiento, radica en los hábitos de consumo de aquella maza que tiene en sus manos la producción. Del produzco, luego existo, hemos pasado al consumo, luego existo. Las ciudades de todo el mundo han ido mutando de planeaciones categorizadas desde la inmediatez de los centros de trabajo (asunto que ya se iba antojando deshumanizante), con fábricas rodeadas de vivienda y servicios para garantizar así la eficacia productiva incluso en temas de movilidad y cercanía, hasta llegar hoy en día a la antonomasia de los concentrados de consumo (malls, supermercados, centros de ocio de paga que han desplazado al espacio público como lugares de encuentro y convivencia) que fungen a su vez como organizadores y categorizadores de las dinámicas urbanas y sociales y, per se, de nuestro comportamiento.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

Y ¿Qué es productividad (en el XXI)? / Primera parte

Desde las primeras memorias de la era industrial, en sus inicios y en sus auges, el concepto de productividad se relaciona al día de hoy primordial y casi exclusivamente con lo laboral, y por ende con lo económico. A todas luces, se asocia de manera unidimensional con la capacidad humana de generar riqueza para sí y para otros.

A partir de este paradigma, todas las decisiones y posteriores estrategias para funcionar individual y colectivamente en el mundo se atribuyen a esta idea: produzco, luego existo.

Ser productivo pues, ha significado para el ser humano dejar de lado todo aquello que no se relaciona con la dinámica económica. Hemos dado a la productividad el valor más alto en la escala moral de nuestro comportamiento, y ello, al ser un convencionalismo universal, no debiera avergonzarnos. El problema, empero, se ha venido acrecentando a partir de acunar la creencia de que ser productivo es exclusivamente producir riqueza material.

En muy pocas décadas los estudiosos de este concepto de producción humana han logrado sofisticar a tal punto la maquinaria global, que ahora todos sabemos con exactitud qué nos toca hacer para que la riqueza se desborde. Quizá el lado flaco del asunto sea, por el momento y hacia un futuro, el entender cómo dispersar de una manera equitativa toda esta bonanza.

Ahora bien, el siglo XXI nos presenta en sus encrucijadas el inmediato colapso de este modelo de pensamiento, y por ello de convivencia. Apenas estamos volteando a ver, por ejemplo, que no hemos tomado en cuenta todos estos años al socio más importante de la ecuación de la productividad utilitaria: el planeta tierra. Así que hemos saqueado sin reparo su patrimonio y no hemos generado estrategias para su recuperación.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX


Ahora que -casi- todos somos 'Multi-tarea'.

Sería irresponablemente parcial aseverar que la arquitectura tiene como tarea exclusiva el estilizar la vida de los seres humanos. Es más, considero que no existe definición más frívola que ésta acerca del oficio al que he dedicado las más horas de mi vida.

La arquitectura se encarga de darle significado al arte de habitar. De hecho, con esto quiero decir que la arquitectura no es un arte por sí misma, sino que funge como facilitadora para que el arte se dé en el acto de habitar el mundo.

A razón de este ideal, para que la arquitectura haga su trabajo deben existir por parte de los hacedores de ésta muchos momentos de observación y reflexión previa al acto de proyectarla. Hoy en día por ejemplo, uno de los más grandes retos que la disciplina asume es el de entender la multiplicidad de tareas que una persona realiza en su vida diaria, y por tanto, en el espacio habitable.

Como bien intuye usted al dar lectura a los textos de este blog, es de mi preferencia enfocar una cosmovisión actualizada a partir de una inicial revisión de algunos otros momentos de la historia del pensamiento y del quehacer humano. Voy a esto:

En los siglos previos a la era industrial, una persona era asignada -por decisión propia, o por la de alguien más- a la realización de una sola tarea dentro de su comunidad, costumbre que se consolidó con el encumbramiento de la economía como ciencia mater en el auge de la industrialización, asignando precio a la hora/hombre mientras éste -el hombre, o bien, la mujer- garantizara ser competitivo en una tarea específica.

Pero la tecnología también vino a cambiar eso (digo ‘también’ porque ya de por sí ha venido a cambiar muchas cosas). Hoy las máquinas están supliendo a la mano de obra humana, y la industria manufacturera está mutando a la de las ideas.

Eso atañe directamente al hábitat humano, y por ende a la arquitectura. Los espacios deben ahora estar preparados para muchas versiones de sí mismos. Dormir, comer, cocinar, trabajar, recibir visitas, tener conferencias a distancia, jugar, conversar, asearse, ejercitarse, intimar, todo ello se puede hacer -y hacer con arte- en veinte metros cuadrados, si la pericia del arquitecto así lo promueve.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

La revancha de la vivienda colectiva.

Bastó el siglo pasado para entender que las buenas intenciones, obsesivas modulaciones y estandarizaciones de proceso constructivo, o diferenciaciones de calidades y apariencias en los acabados de una vivienda no resultaban suficientes para los reales retos de hábitat colectivo.

El siglo XX, cúspide del pensamiento moderno, fracasó en gran cantidad de intentos por sembrar la semilla de la vivienda colectiva como la opción más viable.

El siglo XX, cúspide del pensamiento moderno, fracasó en gran cantidad de intentos por sembrar la semilla de la vivienda colectiva como la opción más viable.

Hacía falta más. Hacía falta observar el fenómeno de habitar en convivencia intensa: unos arriba de los otros.

Ya son muchos los fracasos documentados. Ya hay demasiada sociología teorizada y aplicada donde la arquitectura y el urbanismo incumplieron lo que prometieron. Ya sabemos todos que no se trata de agrupar por facilitar las ingenierías. Sabemos -porque aprendimos también- que las decisiones principales del diseño no deben caer exclusivamente en los dueños del capital financiero.

También asimilamos que la meta máxima de un conjunto habitacional debe ser crear comunidad, y que la arquitectura requiere muchos otros actores que los técnicos y estudiosos de la infraestructura o del comportamiento del dinero y sus rendimientos.

La vivienda colectiva exige nuevas oportunidades a partir de los dolorosos aprendizajes que dejó en sus primeras apariciones. Hoy tenemos más que claro que la huella de nuestras construcciones debe ser mínima con respecto a la superficie del planeta, y ello nos traslada a re-pensar la verticalidad.


En tiempos de optimismo y abundancia de empleo y oportunidades, las ciudades comenzaron a tratar a la vivienda colectiva como un artículo de consumo asequible para las nuevas familias.

En tiempos de optimismo y abundancia de empleo y oportunidades, las ciudades comenzaron a tratar a la vivienda colectiva como un artículo de consumo asequible para las nuevas familias.

Es evidente a razón de las obsesiones sobre producción que dejó la resaca de la era industrial, que el tiempo más valioso es el tiempo libre de las personas. Ese tiempo que se emplea para estar, solo o en compañía. Ese tiempo para ser libre.

Y ello nos traslada a re-inventar la simplificación del espacio y sus distancias, y la multi-funcionalidad de los equipamientos, desde lo público hasta lo privado.


La vivienda colectiva debe priorizar justamente eso: la colectividad.

La vivienda colectiva debe priorizar justamente eso: la colectividad.

Es posible entonces que nos estemos enfrentando a la más importante evolución de la vivienda, entendiéndose su nacimiento con la modernidad racionalista, pero llegando a este punto donde paradójicamente la tecnología se confronta con la imperiosa necesidad de humanizar el acto de habitar.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

El reto de 'Habitar'.

Si comer, dormir, darse un baño, conversar entre familia, recibir visitas, cocinar, resguardarse son actividades propias del acto universal del habitar humano, el siglo XXI ha demostrado nuevamente que no todo está dicho en éste como en ningún otro campo.

Por poner un ejemplo nada despreciable, hasta hace dos décadas el ser humano habitaba su casa y trabajaba en un local diferente. Dicha rutina le hacía separar su vida productiva de la privada. Lo social de lo íntimo. Todo era fácil de categorizar.

Bajo los paradigmas de la era industrial, habitar y trabajar eran actividades que se guardaban en cajones diferentes.

Bajo los paradigmas de la era industrial, habitar y trabajar eran actividades que se guardaban en cajones diferentes.

Hoy esas fronteras se van borrando a velocidades impensables. La era post-industrial y la de la tecnología –en franco nacimiento, de ser precisos- nos confrontan a los paradigmas que rigieron nuestros comportamientos con respecto a la arquitectura. Es muy fácil soñar si se tiene la creatividad enfocada, en cómo se habitará en un futuro ya no lejano.

Los futuristas de hoy, los de rigor, los que pretenden alejarse de la trillada distopía y del apocalipsis programado, saben que son propensos a acercarse demasiado al presente próximo en cualquiera de sus elucubraciones. La tecnología nos sorprenderá cada día, eso no es materia de duda.

El reto de habitar hoy consiste en recobrar lo humano. Es decir, todo aquello que “la máquina de habitar” -invento refrescante del siglo XX- olvidó en aras de transformarnos en ‘dispositivos para producir’. Aunque siendo honestos con todo lo que ya sucedía antes de que la vorágine industrial nos tragara, quizá valga mejor decir Re-descubrir.

El siglo XXI nos presenta la oportunidad de volver a la humanización del espacio, y de volver con ello a la colectividad.

El siglo XXI nos presenta la oportunidad de volver a la humanización del espacio, y de volver con ello a la colectividad.

El encuentro, la conversación con el vecino, el saludarnos y desearnos las buenas noches recordando nuestros nombres y los del piso de abajo. El propiciarle a nuestros hijos una niñez plagada de aventuras fantásticas y de juegos en compañía, el enseñarles con el ejemplo que es importante convivir con el de al lado y con el de enfrente. El transmitirles la importancia de la práctica de la política, de la negociación, de la tolerancia.

La arquitectura –la nueva- tiene al respecto mucha tarea por delante.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

La cocina: El centro del universo.

Seguro todos nosotros recordamos (y quizá aún habitamos) casas y departamentos donde la cocina se concptualizó desde sus primeros trazos a lápiz como un espacio de servicio, a razón de resolverse como un habitáculo aislado, apenas conectado con el resto de la casa por medio de una puerta de carpintería con doble abatimiento para facilitar traslados con manos ocupadas, y una ventanilla redonda a la altura de las miradas de los esclavos que ahí laboraban preparando y sirviendo alimentos.

En otros tiempos la actividad de cocinar era exclusiva de las mujeres por decreto cultural, y la cocina era un espacio considerado solo para ellas y para la servidumbre (que en ambos casos por desgracia resultaba ser lo mismo).

En otros tiempos la actividad de cocinar era exclusiva de las mujeres por decreto cultural, y la cocina era un espacio considerado solo para ellas y para la servidumbre (que en ambos casos por desgracia resultaba ser lo mismo).

Es más, aún recuerdo que en mis tiempos de estudiante -allá por finales de los 90´s- en ejercicios de layout y zonificación los profesores de proyectos de aquellos entonces aseveraban que la cocina debiera ser empaquetada “siempre” en el bloque de servicios, aquilatando aún aquel paradigma sexista.

Hoy en día, apenas veinte años después, la cosmovisión alrededor de este componente del hogar ha cambiado radicalmente.

En estos tiempos la cocina es el centro del universo familiar. Ahí se preparan los alimentos con la participación democrática y organizada de todos los miembros, dejando en el olvido la tradición matriarcal. Es más, en nuestras cocinas contemporáneas aquel que cocina es tomado como el gran anfitrión y líder de las decisiones del momento, sea éste el padre, la madre, el hijo o la hija.

El acto de cocinar en casa se ha democratizado, al grado de asignar mayor importancia social a aquel que realiza la actividad.

El acto de cocinar en casa se ha democratizado, al grado de asignar mayor importancia social a aquel que realiza la actividad.

En la cocina además recibimos a nuestras visitas sin pudor alguno, incluso para sugerirles que apoyen en el ritual de preparación como acto de integración social. Además de ello, este espacio nuclear es el centro político familiar, donde se llevan a cabo las conversaciones de trascendencia y de toma de decisiones que incumben a todos los miembros.

Tanta importancia ha tomado la cocina en la arquitectura residencial de todos niveles, que en el último medio siglo han proliferado compañías fabricantes de mobiliario y equipo especializado para tales efectos. Hoy en día la cocina integral de una casa resulta no solo el equipamiento más sofisticado en tecnología, sino también el ámbito compositivo de mayor énfasis y distinción. Tal es el caso, que una de estas carpinterías puede llegar a acaparar hasta un 30% del costo total de la construcción.

A causa de todo lo anterior, debemos asumir que la cocina es el espacio que más ha sufrido una metamorfosis en cuanto al programa de necesidades que una casa precisa, así como en su significado social. Y es por esto que debe tomarse como el centro del universo familiar a la hora de diseñar una casa contemporánea.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

Arquitectura y felicidad.

Hagamos el siguiente ejercicio sin mayor preámbulo:

Imagine (por favor imagine bien) que, dentro de su propia casa, remueve por un rato todos los muebles de su sala, y despliega como cuando niño una sábana grande atirantada por algunas cuerdas amarradas a donde se pueda, a manera de tienda de campaña.

Habiéndose garantizado un espacio improvisadamente techado y contenido, retáquelo de cojines y almohadas, ingrese también -con toda precaución- una decena de veladoras encendidas, incorpore al lugar un par de vasos, tazas o copas con su bebida favorita y un sencillo bocadillo de ingredientes predilectos.

Simulemos que ya es de noche. Entonces apague la luz artificial y aposentese en el sitio —preferentemente en compañía de alguien especial- a cenar y a conversar.

Ahora bien. Abra los ojos y cambie la ruta de la imaginación. Respire con calma, vuelva a cerrarlos y tome en su mente solamente la cena, las bebidas y de la mano a la persona de su previa elección, y llévelos al camellón central de una transitada, caótica y ruidosa avenida. Intente entonces reanudar la cena y la charla.

No es lo mismo, y nunca será lo mismo.

Ya bien intuye hacia dónde me dirijo con este ejercicio. Todo el anterior despliegue pretende ejemplificar cómo un ambiente físico como lo es el espacio, tanto en sus cualidades intangibles como en sus límites materiales tienen una influencia directa y contundente sobre nuestros estados mentales y -por qué no decirlo- espirituales.


La industria de la felicidad es hoy en día una de las más redituables monetariamente hablando, por la clara y sencilla razón de que todos los seres humanos la perseguimos a causa de una fuerte presión social por poseerla y demostrarla a cada instante.

Sin embargo, más allá de fórmulas, bestsellers, teorías terapéuticas de sobreestimulación positivista y muchas tantas opciones del menú que garantizan llevarnos a la plenitud de manera inmediata (inmediatista, diría yo), la arquitectura por sí misma ha resultado desde siempre un factor honesto, sencillo y fundamental para la mejora del estado interior personal en cualquier situación de la compleja experiencia humana, por más cotidiana que esta sea.

¿Necesita usted encontrar bocanadas genuinas de felicidad en su vida cotidiana?

Llame entonces a un buen arquitecto.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX


De Millennials y vivienda.

De la generación Millennial conocemos muchas cosas, porque muchas cosas ya se han dicho. Sabemos que nacieron entre 1980 y 1995 aproximadamente, y que por lo tanto los más prototípicos ya van para cuarenta años y tienen un poder adquisitivo que ejercer.

Sabemos también que representan contundentemente la ruptura de los paradigmas de la productividad lineal y piramidal, del consumo ciego y desmedido (“tengo, luego existo”), y del “deber ser, para luego ser”.

Sin embargo, los Millennials son duramente criticados por las anteriores generaciones a causa de la inestabilidad profesada como principal fundamento para comprender su statu quo.

Tenemos claro que también cuentan con retos nada fáciles de sobrellevar como la caída global del poder adquisitivo en los últimos lustros, el colapso de un sinfín de modelos tradicionalistas y de roles definidos, tanto en los campos laborales como familiares, sociales y afectivos, y bueno, vaya que habría mucho que enlistarse como etcétera al respecto de los cambios en las estructuras que hasta hace poco tiempo se tomaban como inamovibles.

La realidad es que la conjunción Millennial es un fenómeno global que representa el 40% de la población del planeta tierra. Cabe mencionar que nunca antes un segmento generacional había dominado tanto en número. En pocas palabras, en diez años el rumbo de nuestro mundo estará en manos de tal contingente.

El 40% de la población del planeta está dentro de este rango generacional. Ahora son ellos los que determinan los esquemas de consumo.

El 40% de la población del planeta está dentro de este rango generacional. Ahora son ellos los que determinan los esquemas de consumo.

Ahora bien, y entrando en tema, en cuanto a la tendencia inmediatamente futura del comportamiento del mercado inmobiliario en respuesta al fenómeno Millennial, se sabe que también se aproxima una revolución debido a las siguientes atenuantes:

  • Los Millennials ya no ahorran, a razón de su “existencialidad”, y porque su poder adquisitivo es el peor en la historia de la economía estructurada y monetizada.

  • A los Millennials ya no les interesa comprar casa. Su pensamiento ya no es patrimonialista —como el de sus padres o sus abuelos-, porque no está en sus planes atarse a una deuda de dos décadas que les impida salir a conocer el mundo.

  • El Millennial está solamente condicionado a rentar alojamiento -a causa de los dos puntos anteriores-, e incluso se sabe que está dispuesto a pagar hasta el 65% de su ingreso con tal de vivir en un lugar que le inspire calidad de vida y cercanía con sus máximos intereses.

El fenómeno Millennial es global y multicultural

El fenómeno Millennial es global y multicultural

Por todo lo ya descrito, vale la pena pensar qué oportunidades nacen para hacer la arquitectura que geniunamente resuelva las necesidades de este avasallador segmento.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX

El secreto de la especialización

Conversando abiertamente con mis alumnos de penúltimo año de arquitectura, me entero que uno de sus más grandes temores al egresar es el de no encontrar un trabajo que de inicio cumpla con dos premisas básicas: estabilidad y sana remuneración, o bien -y en el caso de no lograr solventar dichos beneficios como empleados- pasar a un temor aún mayor que es saltar al vació y comenzar la aventura del freelancer.

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Sobre esta segunda opción y a razón de sus charlas con otros colegas que ya ejercen el oficio, los chicos intuyen que la única manera de mantener a flote una oficina de arquitectura es haciendo de todo: proyecto, construcción, valuación, peritaje, maquetas y hasta impresiones de planos.

¿Y sabe qué'?, a lo largo de mi trayectoria de casi veinte años trabajando en esto me he dado cuenta de que no hay trampa más peligrosa que el pensar que al promocionándose como “todólogo” se habrá eventualmente de acaparar mucho trabajo. Es más, me atrevo a decir que no hay nada más lejano de la realidad que esa creencia.

Si revisamos otras profesiones similares a la nuestra por antigüedad y sentido humano como la medicina, difícilmente habremos de sentirnos seguros en manos de un doctor que se anuncie como “médico general, cirujano partero, cardiólogo, psiquiatra, ginecólogo, pediatra, gastroenterólogo, y lector de tarót”.

Ahora bien, si usted hace en este momento el ejercicio de buscar páginas web de arquitectos en México, incluso en diversas ciudades de escalas diferentes, encontrará que la gran mayoría cae en tal telaraña. Verá que, de manera inocentemente soberbia, las plataformas web de muchos profesionales del campo exhiben largos listados de las actividades y rubros que orgullosamente (creen que) dominan.

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Intentando cambiar la percepción de mis estudiantes, les platico que la forma más eficaz de acaparar un segmento importante de clientes es especializándose en algo, y buscando ser el más preparado en el tema.

Apenas me escuchan aclararlo, dejándoles como ejemplo el trabajo que hacemos en STVX

-donde solamente diseñamos, delegando la construcción, la administración de obra y la gestión y tramites a otros colegas que lo saben hacer mejor que nosotros, y por tanto conformando equipos con ellos-,

las sonrisas vuelven a sus rostros.

Los tiempos de los genios solitarios, les transmito a estas jóvenes promesas, han quedado ya muy atrás.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX