Y ¿qué es productividad (en el XXI)? / segunda parte

Nos hemos convertido en autómatas de la producción,

creyendo que producir es solamente ‘fabricar’.

Producir = fabricar

Producir = fabricar

Esta miopía es parte de la misma actitud inmadura, que nos encierra en la obsesión por producir a diestra y siniestra sin reparar en los contextos y escenarios inmediatos y mediatos, personales y colectivos. Nos hemos convertido en autómatas de la producción, creyendo que producir es solamente fabricar.

                Lo más catastrófico del asunto, en dado caso, es que el atender frenéticamente a esta única manera de ser y vivir no nos ha llevado a la felicidad –concepto también retocado, por no decir manipulado, con el fin de inducirnos y condicionarnos a producir más-, sino más bien, nos ha alejado de ella.

                Hoy en día, nosotros mismos –hablo de los humanos, y los seres vivos en general- somos un producto más con obsolescencia programada. Desde antes de nacer tenemos ya una apretada y rígida agenda que cubrir. Un primer tercio del tiempo de vida es para ser capacitados en producción, el siguiente tercio es para producir sin reparo y la última parte, en el mejor de los casos, es para disfrutar de la riqueza acumulada.

                Dicha administración del tiempo-vida no suena mal, si la programación mental de todos fuera nítida, homogénea y con las mismas oportunidades en la generalidad, tal y como lo planteaban y visualizaban los optimistas expertos en el rubro, a principios del siglo pasado.

Un primer tercio de nuestro tiempo-vida es para ser capacitados en producción.

Un primer tercio de nuestro tiempo-vida es para ser capacitados en producción.


                Las lagunas en el ideal de estandarización del todo comenzaron a fallar cuando la generación de las estrategias pasó a manos de los grandes capitales. De aquellos que entendieron pronto que la ecuación no había cambiado tanto, después de todo, con respecto a la fatídica etapa esclavista de la historia de la humanidad. Manipular a los soldados de la producción –como otrora a los de la guerra- abría las puertas a grandes acumulaciones de riqueza para unos cuantos, siempre y cuando se les mantuviera medianamente motivados, precariamente informados, y adecuadamente capacitados (que no educados) a todos los que conforman la gruesa base trabajadora.

“Consumo, luego existo”

“Consumo, luego existo”

                Esta manipulación, después de décadas de perfeccionamiento, radica en los hábitos de consumo de aquella maza que tiene en sus manos la producción. Del produzco, luego existo, hemos pasado al consumo, luego existo. Las ciudades de todo el mundo han ido mutando de planeaciones categorizadas desde la inmediatez de los centros de trabajo (asunto que ya se iba antojando deshumanizante), con fábricas rodeadas de vivienda y servicios para garantizar así la eficacia productiva incluso en temas de movilidad y cercanía, hasta llegar hoy en día a la antonomasia de los concentrados de consumo (malls, supermercados, centros de ocio de paga que han desplazado al espacio público como lugares de encuentro y convivencia) que fungen a su vez como organizadores y categorizadores de las dinámicas urbanas y sociales y, per se, de nuestro comportamiento.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX