Y ¿Qué es productividad (en el XXI)? / Primera parte

Desde las primeras memorias de la era industrial, en sus inicios y en sus auges, el concepto de productividad se relaciona al día de hoy primordial y casi exclusivamente con lo laboral, y por ende con lo económico. A todas luces, se asocia de manera unidimensional con la capacidad humana de generar riqueza para sí y para otros.

A partir de este paradigma, todas las decisiones y posteriores estrategias para funcionar individual y colectivamente en el mundo se atribuyen a esta idea: produzco, luego existo.

Ser productivo pues, ha significado para el ser humano dejar de lado todo aquello que no se relaciona con la dinámica económica. Hemos dado a la productividad el valor más alto en la escala moral de nuestro comportamiento, y ello, al ser un convencionalismo universal, no debiera avergonzarnos. El problema, empero, se ha venido acrecentando a partir de acunar la creencia de que ser productivo es exclusivamente producir riqueza material.

En muy pocas décadas los estudiosos de este concepto de producción humana han logrado sofisticar a tal punto la maquinaria global, que ahora todos sabemos con exactitud qué nos toca hacer para que la riqueza se desborde. Quizá el lado flaco del asunto sea, por el momento y hacia un futuro, el entender cómo dispersar de una manera equitativa toda esta bonanza.

Ahora bien, el siglo XXI nos presenta en sus encrucijadas el inmediato colapso de este modelo de pensamiento, y por ello de convivencia. Apenas estamos volteando a ver, por ejemplo, que no hemos tomado en cuenta todos estos años al socio más importante de la ecuación de la productividad utilitaria: el planeta tierra. Así que hemos saqueado sin reparo su patrimonio y no hemos generado estrategias para su recuperación.

Alberto Sánchez López / Arquitecto & Partner STVX